Esta efemérides, como tantas otras se ha institucionalizado, el discurso pro-gay/pro-derechos se ha generalizado como políticamente correcto, con unos supuestos demasiado laxos y buenistas, que no ataca más que al PP -cuando procede-, la Iglesia -cuando toca- la “intolerancia” -No es intolerancia es el heteropatriarcado- de algunos sectores sociales y la frase que casi nunca es entendida más allá del matrimonio gay o la adopción homoparental- “derechos para tod@s”, sin reparar en toda una maquinaria heterosexual, sexista y violenta y represora, una estructura -médica, científica, política, cultural- hegemónica, asimétrica, de dominación y privilegio que invisibiliza, criminaliza, patologiza y anula.
Estamos hartas de la banalización del día del Orgullo, estamos hasta los coños, los dildos, las tetas y las hueveras insumisas de la despolitización y el rédito económico e interesado que empresas y municipios quieren obtener del 28J.
El capitalismo «rosa» y el estado «de derecho» han capturado el significado de las marchas inauguradas en la década de los 70 y que tienen su origen en los Disturbios de Stonewall Inn, (Nueva York), en 1969, que fueron la eclosión de la conciencia colectiva. Las raritas, marginadas, señaladas, maricas, trans, travelos, nenazas y camioneras de Greenwich Village se rebelaron ante las virulentas redadas sexistas y homo/transfóbicas que venian sufriendo durante décadas.
¡Este es el Orgullo que queremos!
¡28J, jornada de lucha y resistencia anti-heteropatriarcal!
P.D. @Manoli Manolain, gracias por la inspiración 🙂
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